No hay verdadero amor sin empatía
La palabra compartida regula las emociones, disminuye el
cortisol, fortalece la empatía y permite que nuestras ideas, creencias y
emociones entren en movimiento. No es magia: es neurobiología en acción. Y lo
más hermoso es que no hace falta que la otra persona tenga las respuestas. Sólo
necesita estar, mirar y escuchar, ya que el verdadero poder de una conversación
está en lo que se construye entre quienes se atreven a abrirse.
Así sucede cuando conversamos con amor: el cerebro se aclara, el corazón descansa… y la vida, sin darte cuenta, empieza a cambiar, nos volvimos empáticos. La empatía es la llave de la puerta que nos abre al verdadero amor, y este siempre es fruto de aquella.